goodbye friends
SPOILERS! (Click to view)
Michel Houellebecq.
Se ha vuelto muy raro encontrar mujeres que sientan placer y tengan ganas de darlo. Seducir a una mujer que uno no conoce y follar con ella se ha convertido, sobre todo, en una fuente de humillaciones y de problemas. Cuando uno considera las fastidiosas conversaciones que hay que soportar para llevarse a una ta a la cama, que en la mayora de los casos resultar ser una amante decepcionante, que te joder con sus problemas, que te hablar de los tos con los que ha follado antes (dndote, de paso, la impresin de que t no acabas de estar a la altura), y encima habr que pasar con ella por cojones el resto de la noche, se entiende que los hombres quieran ahorrarse problemas a cambio de una pequea suma. En cuanto tienen cierta edad y un poco de experiencia, prefieren evitar el amor; les parece ms sencillo ir de putas. Bueno, no las putas de Occidente, no vale la pena, son verdaderos deshechos humanos, y de todas formas durante el ao los hombres no tienen tiempo, trabajan demasiado. As que la mayora no hace nada; y algunos, de vez en cuando, se dan el lujo de un poco de turismo sexual. Y eso en el mejor de los casos: irse con una puta sigue siendo mantener un pequeo contacto humano. Tambin estn los que creen que es ms sencillo masturbarse conectados a Internet, o viendo vdeos porno. En cuanto la polla escupe su chorrito, nos quedamos muy tranquilos.
Desde luego, algo pasa para que los occidentales ya no consigan acostarse juntos; quizs tenga algo que ver con el narcisismo, con el individualismo, con el culto al rendimiento, poco importa. El caso es que a partir de los veinticinco o treinta aos a la gente no le resultan nada fciles los encuentros sexuales nuevos; y sin embargo siguen necesitndolos, es una necesidad que se desvanece muy despacio. As que se pasan treinta aos de su vida, casi toda su edad adulta, en un estado de carencia permanente.
Lo que los occidentales ya no saben hacer es precisamente eso: ofrecer su cuerpo como objeto agradable, dar placer de manera gratuita. Han perdido por completo el sentido de la entrega. Por mucho que se esfuercen, no consiguen que el sexo sea algo natural. No slo se avergenzan de su propio cuerpo, que no est a la altura de las exigencias del porno, sino que, por los mismos motivos, no sienten la menor atraccin hacia el cuerpo de los dems. Es imposible hacer el amor sin un cierto abandono, sin la aceptacin, al menos temporal, de un cierto estado de dependencia y de debilidad. La exaltacin sentimental y la obsesin sexual tienen el mismo origen, las dos proceden del olvido parcial de uno mismo; no es un terreno en el que podamos realizarnos sin perdernos. Nos hemos vuelto fros, racionales, extremadamente conscientes de nuestra existencia individual y de nuestros derechos; ante todo, queremos evitar la alienacin y la dependencia; para colmo estamos obsesionados con la salud y con la higiene: sas no son las condiciones ideales para hacer el amor. En Occidente hemos llegado a un punto en que la profesionalizacin de la sexualidad se ha vuelto inevitable.
Michel Houellebecq.
Se ha vuelto muy raro encontrar mujeres que sientan placer y tengan ganas de darlo. Seducir a una mujer que uno no conoce y follar con ella se ha convertido, sobre todo, en una fuente de humillaciones y de problemas. Cuando uno considera las fastidiosas conversaciones que hay que soportar para llevarse a una ta a la cama, que en la mayora de los casos resultar ser una amante decepcionante, que te joder con sus problemas, que te hablar de los tos con los que ha follado antes (dndote, de paso, la impresin de que t no acabas de estar a la altura), y encima habr que pasar con ella por cojones el resto de la noche, se entiende que los hombres quieran ahorrarse problemas a cambio de una pequea suma. En cuanto tienen cierta edad y un poco de experiencia, prefieren evitar el amor; les parece ms sencillo ir de putas. Bueno, no las putas de Occidente, no vale la pena, son verdaderos deshechos humanos, y de todas formas durante el ao los hombres no tienen tiempo, trabajan demasiado. As que la mayora no hace nada; y algunos, de vez en cuando, se dan el lujo de un poco de turismo sexual. Y eso en el mejor de los casos: irse con una puta sigue siendo mantener un pequeo contacto humano. Tambin estn los que creen que es ms sencillo masturbarse conectados a Internet, o viendo vdeos porno. En cuanto la polla escupe su chorrito, nos quedamos muy tranquilos.
Desde luego, algo pasa para que los occidentales ya no consigan acostarse juntos; quizs tenga algo que ver con el narcisismo, con el individualismo, con el culto al rendimiento, poco importa. El caso es que a partir de los veinticinco o treinta aos a la gente no le resultan nada fciles los encuentros sexuales nuevos; y sin embargo siguen necesitndolos, es una necesidad que se desvanece muy despacio. As que se pasan treinta aos de su vida, casi toda su edad adulta, en un estado de carencia permanente.
Lo que los occidentales ya no saben hacer es precisamente eso: ofrecer su cuerpo como objeto agradable, dar placer de manera gratuita. Han perdido por completo el sentido de la entrega. Por mucho que se esfuercen, no consiguen que el sexo sea algo natural. No slo se avergenzan de su propio cuerpo, que no est a la altura de las exigencias del porno, sino que, por los mismos motivos, no sienten la menor atraccin hacia el cuerpo de los dems. Es imposible hacer el amor sin un cierto abandono, sin la aceptacin, al menos temporal, de un cierto estado de dependencia y de debilidad. La exaltacin sentimental y la obsesin sexual tienen el mismo origen, las dos proceden del olvido parcial de uno mismo; no es un terreno en el que podamos realizarnos sin perdernos. Nos hemos vuelto fros, racionales, extremadamente conscientes de nuestra existencia individual y de nuestros derechos; ante todo, queremos evitar la alienacin y la dependencia; para colmo estamos obsesionados con la salud y con la higiene: sas no son las condiciones ideales para hacer el amor. En Occidente hemos llegado a un punto en que la profesionalizacin de la sexualidad se ha vuelto inevitable.
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hablemos mas por msn
un beso y el mejor de los adioses