-Desnúdate.
Obedezco. Como siempre, porque sus órdenes son dictadas por mi cuerpo, materializan mis fantasías, satisfacen mi deseo. Obedezco, sí, porque obedece, aunque yo no pronuncie ni una sola palabra. No hace falta Lo sabe. Lo sé. Lo sabemos.
Se acerca con un objeto escondido en una mano. Con la otra, me acaricia lentamente, desde el nacimiento del pelo hasta los dedos de los pies.
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