Llegue con una apatía tremenda a la clínica, la última vez que haba estado ah la señorita en turno me haba dado un maltrato digno del más rufián de los rufianes sin embargo requería de un examen médico para poder entrar al trabajo y no iba a dejar ir dos semanas de negociaciones por algo tan simple. De todas maneras era un poco incómodo.
Entré a la clínica, el típico lugar de muros y pisos blancos con las sillas rígidas de siempre. Le informé a la señorita del mostrador que llegaba a mi cita para el examen médico. Le aviso cuando lo puedan recibir contestó con una voz nasal muy aguda. Tom asiento y saque el libro de Saramago que estaba leyendo. Me concentré en la lectura y después de un tiempo me llamó la señorita: Señor Hummingbird, tiene que quitarse la ropa y ponerse esta bata, pase a la sala de examen 2. Me levanté y seguí las instrucciones. Al entrar me pareció no ver a nadie sin embargo una voz muy dulce me dijo: En seguida estoy con Usted. Gracias contesté y me puse la bata, enseguida tome asiento.
Alcance a ver en el pequeño cuarto al lado de la sala una silueta perfecta, una figura bien delineada, esbelta de piernas bellas, bata médica, zapatos de tacón largo y una hermosa cabellera castaña oscura larga que caía con una elegante gracia sobre el hombro derecho. De cejas largas bien delineadas, con una linda nariz y los labios ms sensuales que jamás haba visto en mi vida, su piel clara parecía de seda. De porte y caminar elegante, ella comenzó a acercarse a mí.
Buenos Días Sr. John Hummingbird, soy la Dra. Maggie. Encantado de conocerla contesté sin poder quitar la mirada en ella, sin querer perder detalle de cada rasgo en sus facciones, tena ganas de perderme en cada milímetro de su piel, de recorrer la comisura de sus labios, de navegar en sus curvas, sus rincones y memorizar cada parte de su hermoso cuerpo. ¿Señor? Me dice al sorprenderme perdido en ella, siento como me ruborizo, ella sonríe y me dice: “Necesito que se recueste aquí” señalando un camastro.
Me recuesto y siento sus suaves y tibias manos en mi pecho, abre un poco la bata para meter el estetoscopio, mientras me hace preguntas sobre mi salud: Si hago ejercicio, si como sano, cuando fue la última vez que me enferme yo no puedo dejar de mirarla a los ojos, su mirada es mágica. Siento sus manos en mi pecho recorriéndolo, es una deliciosa sensación. Nos quedamos mirando uno al otro y no puedo evitar besarla, no me importan las consecuencias pero tengo que conocer su sabor, tengo que sentir el aroma de su piel cerca de mi nariz. Siento como ella corresponde el beso, nuestras lenguas se embisten como esos peces de pelea que enredan sus cuerpos.
Seguimos besándonos, mientras sigo recostado. Ella comienza a recorrer con sus manos mi pecho y a bajar lentamente hacia mi abdomen, lo acaricia hasta llegar a mi entrepierna donde juguetonamente me acaricia, recorriéndome todo con sus dedos, incrementando mi excitación que es ya muy evidente y rígida. Seguimos besándonos apasionadamente y yo comienzo a desabotonar su bata, abajo lleva una blusa blanca y escotada de tela delgada que delinea tan solo el contorno de su ropa interior. La blusa está perfectamente combinada con una falda que sugiere sensualmente el contorno de su cuerpo.
La despojo de la bata y desabotono la blusa y puedo disfrutar de un hermoso brassiere blanco, muy elegante que realza lo hermoso de sus pechos. Abro el broche frontal del bra y descubro dos hermosos montes de redondez y tamaño perfectos coronados cada uno con un pezón hermoso cual bandera de conquista en un gran monte. Ella sigue acariciando mi erecta pasión con sus manos suaves, siento un cosquilleo delicioso cuando sus dedos me recorren. Tomo con mis manos sus pechos e intercaladamente voy haciendo mía esa bandera de conquista, rodeándola con mi lengua, mordiéndola con mis dientes y succionándola con mis labios. Percibo en su piel un dulce aroma avainillado y escucho como su respiración se acelera un poco ms.
Nos reincorporamos sobre la mesa, termino de quitarle la blusa, el brassiere y la falda, ella me quita la bata y nos recostamos de lado pero esta vez la cara de cada uno queda en la entrepierna del otro. Veo que trae una tanga blanca que hace juego con el bra, lentamente la deslizo por sus piernas hasta liberarlas. Atrapo mi cabeza entre sus piernas y comienzo a recorrer su intimidad con mi lengua, me excita su aroma y su sabor mezclado con la vainilla de su perfume, es delicioso. Separo un poco sus piernas y con mi lengua comienzo a recorrer toda su intimidad desde la parte ms externa. Mientras siento que ella prueba mi sabor, siento lo tibio de su boca envolver mi erecta pasión, con su lengua recorriendo, haciendo giros y dando caricias a todo lo largo de mi. Mi respiración se agita y la sensación de cosquilleo aumenta.
Mis labios y mi lengua siguen recorriéndola como un arado que quiere hacer surco voy degustando el sabor de cada centímetro de ella y voy sintiendo su cada ms abundante humedad. Mi lengua llega a ese punto central, que está rígido y ávido de caricias y pasión. Lo atrapo entre mis dientes y con mi lengua lo recorro y acaricio.
Siento su boca recorrerme y al mismo tiempo siento como sus manos aprietan mis glúteos y recorren desde atrás hacia el frente mi entrepierna acariciando y presionando suavemente a los compañeros de mi pasión erecta. Siento como ella me saca de su boca para seguirme acariciando con su mano con una cadencia perfecta, presionando en el punto que ms placer me hace sentir. Ahora es su boca la que acaricia la base de mi erección recorriendo esa suave bolsa que ah vive, con su lengua y sus dientes atrapa a cada uno de los compañeros, mordiéndolos suavemente sin dejar de mover la mano que me recorre.
Sigo acariciando con mi boca toda su feminidad, extendiendo mi lengua hasta la entrada de su cueva de pasión, entrando, saliendo, recorriéndola, acariciándola y mordiendo suavemente todo su exterior mientras con mis manos presiono sus glúteos contra m. Nos seguimos empapando uno del otro, de saliva, de humedad nuestros cuerpos pegados, sintiéndose, frotándose, siguiendo este ritual hasta que los dos al unísono explotamos de placer dejando escapar el néctar de la pasión, llenándonos la boca uno del otro.
Me volteo para ver sus ojos, nos recostamos, sonreímos y nos quedamos abrazados
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