El llamamiento
Lo que sigue es el textos remitido en enero de 1990 por un grupo de cientficos a los dirigentes religiosos titulado Preservar y amar la Tierra: Una llamada para el establecimiento de una comisin conjunta de ciencia y religin.
La Tierra es el lugar de nacimiento de nuestra especie y, por lo que hasta ahora sabemos, nuestro nico hogar. Cuando ramos pocos y tenamos una tecnologa dbil, carecamos de poder para influir en el ambiente de nuestro mundo, pero ahora, de repente, casi sin que nadie lo haya advertido, nuestra poblacin se ha hecho inmensa y nuestra tecnologa ha alcanzado poderes descomunales, aterradores incluso.
Voluntariamente o no, somos ya capaces de provocar cambios devastadores en el entorno global, un medioambiente al que nosotros y todos los dems seres con quienes compartimos la Tierra estamos meticulosa y exquisitamente adaptados. Ahora nos vemos amenazados por alteraciones globales que evolucionan rpidamente y de las que somos autores, cuyas consecuencias biolgicas y ecolgicas a largo plazo por desgracia ignoramos: adelgazamiento de la capa protectora de ozono, un calentamiento global sin precedentes en los ltimos 150 milenios, la desaparicin de casi media hectrea de bosque cada segundo, la extincin acelerada de especies y la perspectiva de una guerra nuclear que ponga en peligro a la mayora de la poblacin del planeta.
Tal vez existan otros riesgos de los que, en nuestra impericia, an no somos conscientes. Todos y cada uno representan una trampa dispuesta para la especie humana, una trampa tendida por nosotros mismos. Por fundadas y excelsas (o ingenuas y miopes) que hayan sido las justificaciones de las actividades que trajeron tales peligros, estas actividades amenazan ahora a nuestra especie y muchas otras. Estamos a punto de cometer -muchos diran que ya estamos cometiendo- lo que en lenguaje religioso se califica a veces de Crmenes contra la creacin. Por su misma naturaleza, estas agresiones al medio ambiente no han sido slo obra de un grupo poltico o de una generacin. Intrnsecamente, son multinacionales, multigeneracionales y transideolgicas. Tambin lo son todas las soluciones concebibles. Para escapar de esta trampa hace falta una perspectiva que englobe a los seres humanos del planeta ya las generaciones futuras. Desde el principio, es preciso reconocer que unos problemas de tal magnitud y unas soluciones que exigen una perspectiva tan amplia poseen una dimensin tanto religiosa como cientfica.
Conscientes de nuestra responsabilidad comn, nosotros los cientficos -comprometidos muchos en la lucha contra la crisis medioambiental- apelamos urgentemente a la comunidad religiosa internacional para que se consagre, en palabra y obra, y tan enrgicamente como se requiere, a la preservacin del medio ambiente de la Tierra. Algunos de los remedios a corto plazo de estos peligros -como una mayor eficiencia energtica, la rpida prohibicin de los clorofluorocarbonos o una reduccin modesta de los arsenales nucleares- resultan relativamente accesibles y en alguna medida estn ya en marcha; pero otros enfoques ms amplios, a ms largo plazo y ms eficaces tropezarn por doquier con la inercia, el rechazo y la resistencia.
En esta categora figuran el paso de una economa basada en los combustibles fsiles a otra centrada en una energa no contaminante, la inversin rpida y persistente de la carrera de armamento nuclear y una interrupcin voluntaria del crecimiento de la poblacin mundial, sin cuya consecucin quedarn anulados muchos otros enfoques de la conservacin del medio ambiente. Como en las cuestiones relativas a la paz, los derechos humanos y la justicia social, las instituciones religiosas tambin pueden representar aqu una fuerza slida que estimule iniciativas nacionales e internacionales, tanto en el sector pblico como en el privado y en las diversas esferas del comercio, la educacin, la cultura y los medios de comunicacin de masas.
La crisis ambiental requiere cambios radicales no slo en la poltica oficial, sino tambin en la conducta individual. Los antecedentes histricos ponen de manifiesto que las enseanzas, el ejemplo y la direccin religiosos son muy capaces de influir en el comportamiento y el compromiso personales. Como cientficos, muchos de nosotros tenemos experiencias profundas de asombro y reverencia ante el universo. Entendemos que es ms probable que sea tratado con respeto aquello que se considera sagrado. Es preciso infundir sacralidad en los esfuerzos por salvaguardar y respetar el medio ambiente. Al mismo tiempo, se requiere un conocimiento ms amplio y profundo de la ciencia y la tecnologa. Si no comprendemos el problema, es improbable que seamos capaces de solucionarlo. Tanto la religin como la ciencia tienen, pues, un papel vital que desempear. Sabemos que el bienestar de nuestro medioambiente planetario es ya motivo de profunda preocupacin en concilios y congregaciones. Confiamos en que este llamamiento alentar un espritu de causa comn y de accin conjunta para contribuir a la preservacin de la Tierra.
La respuesta al llamamiento de los cientficos acerca del medio ambiente fue pronto firmada por centenares de lderes espirituales de 83 pases, incluyendo 37 jefes de organizaciones religiosas nacionales e internacionales. Entre ellos figuraban los secretarios generales de la Liga Musulmana Mundial y del Consejo Mundial de las Iglesias, el vicepresidente del Congreso Judo Mundial, el catlicos de todos los armenios, el metropolitano Pitirim de Rusia, los grandes muftis de Siria y de la ex Yugoslavia, los obispos que presiden las iglesias cristianas de China y la episcopaliana, la luterana, la metodista y la menonita de Estados Unidos, as como 50 cardenales, lamas, arzobispos, grandes rabinos, patriarcas, mulahs y obispos de las principales ciudades del mundo.
Manifestaron lo siguiente:
Nos declaramos conmovidos por el espritu del llamamiento y arrostrados por su sustancia. Compartimos su sentido de apremio. Esta invitacin a la colaboracin marca un momento y una oportunidad singulares en la relacin entre la ciencia y la religin. Muchos miembros de la comunidad religiosa han reaccionado con creciente alarma ante los informes de amenazas a la salud del medioambiente de nuestro planeta, como las expuestas en el llamamiento. La comunidad cientfica ha prestado un gran servicio a la humanidad al aportar las pruebas de tales peligros. Alentamos una investigacin continuada y escrupulosa y debemos tomar en consideracin sus resultados en todas nuestras deliberaciones y declaraciones referentes a la condicin humana. Creemos que la crisis del medio ambiente es intrnsecamente religiosa. Todas las tradiciones y enseanzas de la fe nos instruyen firmemente para que reverenciemos y cuidemos el mundo natural, pero la creacin sagrada est siendo violada y corre un riesgo extremo como resultado de un comportamiento humano aejo. Es esencial una respuesta religiosa para invertir esas pautas inveteradas de negligencia y explotacin. Por este motivo, damos la bienvenida alllamamiento de los cientficos y estamos dispuestos a explorar tan pronto como sea posible formas concretas y especficas de colaboracin y accin. La propia Tierra nos llama a lograr nuevos niveles de compromiso conjunto.
Lo que sigue es el textos remitido en enero de 1990 por un grupo de cientficos a los dirigentes religiosos titulado Preservar y amar la Tierra: Una llamada para el establecimiento de una comisin conjunta de ciencia y religin.
La Tierra es el lugar de nacimiento de nuestra especie y, por lo que hasta ahora sabemos, nuestro nico hogar. Cuando ramos pocos y tenamos una tecnologa dbil, carecamos de poder para influir en el ambiente de nuestro mundo, pero ahora, de repente, casi sin que nadie lo haya advertido, nuestra poblacin se ha hecho inmensa y nuestra tecnologa ha alcanzado poderes descomunales, aterradores incluso.
Voluntariamente o no, somos ya capaces de provocar cambios devastadores en el entorno global, un medioambiente al que nosotros y todos los dems seres con quienes compartimos la Tierra estamos meticulosa y exquisitamente adaptados. Ahora nos vemos amenazados por alteraciones globales que evolucionan rpidamente y de las que somos autores, cuyas consecuencias biolgicas y ecolgicas a largo plazo por desgracia ignoramos: adelgazamiento de la capa protectora de ozono, un calentamiento global sin precedentes en los ltimos 150 milenios, la desaparicin de casi media hectrea de bosque cada segundo, la extincin acelerada de especies y la perspectiva de una guerra nuclear que ponga en peligro a la mayora de la poblacin del planeta.
Tal vez existan otros riesgos de los que, en nuestra impericia, an no somos conscientes. Todos y cada uno representan una trampa dispuesta para la especie humana, una trampa tendida por nosotros mismos. Por fundadas y excelsas (o ingenuas y miopes) que hayan sido las justificaciones de las actividades que trajeron tales peligros, estas actividades amenazan ahora a nuestra especie y muchas otras. Estamos a punto de cometer -muchos diran que ya estamos cometiendo- lo que en lenguaje religioso se califica a veces de Crmenes contra la creacin. Por su misma naturaleza, estas agresiones al medio ambiente no han sido slo obra de un grupo poltico o de una generacin. Intrnsecamente, son multinacionales, multigeneracionales y transideolgicas. Tambin lo son todas las soluciones concebibles. Para escapar de esta trampa hace falta una perspectiva que englobe a los seres humanos del planeta ya las generaciones futuras. Desde el principio, es preciso reconocer que unos problemas de tal magnitud y unas soluciones que exigen una perspectiva tan amplia poseen una dimensin tanto religiosa como cientfica.
Conscientes de nuestra responsabilidad comn, nosotros los cientficos -comprometidos muchos en la lucha contra la crisis medioambiental- apelamos urgentemente a la comunidad religiosa internacional para que se consagre, en palabra y obra, y tan enrgicamente como se requiere, a la preservacin del medio ambiente de la Tierra. Algunos de los remedios a corto plazo de estos peligros -como una mayor eficiencia energtica, la rpida prohibicin de los clorofluorocarbonos o una reduccin modesta de los arsenales nucleares- resultan relativamente accesibles y en alguna medida estn ya en marcha; pero otros enfoques ms amplios, a ms largo plazo y ms eficaces tropezarn por doquier con la inercia, el rechazo y la resistencia.
En esta categora figuran el paso de una economa basada en los combustibles fsiles a otra centrada en una energa no contaminante, la inversin rpida y persistente de la carrera de armamento nuclear y una interrupcin voluntaria del crecimiento de la poblacin mundial, sin cuya consecucin quedarn anulados muchos otros enfoques de la conservacin del medio ambiente. Como en las cuestiones relativas a la paz, los derechos humanos y la justicia social, las instituciones religiosas tambin pueden representar aqu una fuerza slida que estimule iniciativas nacionales e internacionales, tanto en el sector pblico como en el privado y en las diversas esferas del comercio, la educacin, la cultura y los medios de comunicacin de masas.
La crisis ambiental requiere cambios radicales no slo en la poltica oficial, sino tambin en la conducta individual. Los antecedentes histricos ponen de manifiesto que las enseanzas, el ejemplo y la direccin religiosos son muy capaces de influir en el comportamiento y el compromiso personales. Como cientficos, muchos de nosotros tenemos experiencias profundas de asombro y reverencia ante el universo. Entendemos que es ms probable que sea tratado con respeto aquello que se considera sagrado. Es preciso infundir sacralidad en los esfuerzos por salvaguardar y respetar el medio ambiente. Al mismo tiempo, se requiere un conocimiento ms amplio y profundo de la ciencia y la tecnologa. Si no comprendemos el problema, es improbable que seamos capaces de solucionarlo. Tanto la religin como la ciencia tienen, pues, un papel vital que desempear. Sabemos que el bienestar de nuestro medioambiente planetario es ya motivo de profunda preocupacin en concilios y congregaciones. Confiamos en que este llamamiento alentar un espritu de causa comn y de accin conjunta para contribuir a la preservacin de la Tierra.
La respuesta al llamamiento de los cientficos acerca del medio ambiente fue pronto firmada por centenares de lderes espirituales de 83 pases, incluyendo 37 jefes de organizaciones religiosas nacionales e internacionales. Entre ellos figuraban los secretarios generales de la Liga Musulmana Mundial y del Consejo Mundial de las Iglesias, el vicepresidente del Congreso Judo Mundial, el catlicos de todos los armenios, el metropolitano Pitirim de Rusia, los grandes muftis de Siria y de la ex Yugoslavia, los obispos que presiden las iglesias cristianas de China y la episcopaliana, la luterana, la metodista y la menonita de Estados Unidos, as como 50 cardenales, lamas, arzobispos, grandes rabinos, patriarcas, mulahs y obispos de las principales ciudades del mundo.
Manifestaron lo siguiente:
Nos declaramos conmovidos por el espritu del llamamiento y arrostrados por su sustancia. Compartimos su sentido de apremio. Esta invitacin a la colaboracin marca un momento y una oportunidad singulares en la relacin entre la ciencia y la religin. Muchos miembros de la comunidad religiosa han reaccionado con creciente alarma ante los informes de amenazas a la salud del medioambiente de nuestro planeta, como las expuestas en el llamamiento. La comunidad cientfica ha prestado un gran servicio a la humanidad al aportar las pruebas de tales peligros. Alentamos una investigacin continuada y escrupulosa y debemos tomar en consideracin sus resultados en todas nuestras deliberaciones y declaraciones referentes a la condicin humana. Creemos que la crisis del medio ambiente es intrnsecamente religiosa. Todas las tradiciones y enseanzas de la fe nos instruyen firmemente para que reverenciemos y cuidemos el mundo natural, pero la creacin sagrada est siendo violada y corre un riesgo extremo como resultado de un comportamiento humano aejo. Es esencial una respuesta religiosa para invertir esas pautas inveteradas de negligencia y explotacin. Por este motivo, damos la bienvenida alllamamiento de los cientficos y estamos dispuestos a explorar tan pronto como sea posible formas concretas y especficas de colaboracin y accin. La propia Tierra nos llama a lograr nuevos niveles de compromiso conjunto.
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No se, hay muchos argumentos a favor y encontra de eso... yo sigo viviendo y no muero de panico, eso es lo que se.
Hahaha. Thanks!