Cuando me recogieron en el aeropuerto me dijeron lo agotadas que estaban. Ni presentaciones ni bienvenidas. Pura queja. Se haban levantado a buscarme a las tres de la madrugada, y al llegar a Maiqueta les soltaron la bomba de que el avin llegara a las siete de la noche. No pudieron descansar porque tenan trabajo desde la siete de la maana hasta las cinco de la tarde, y esa era la hora a la que deban bajar de nuevo a Maiqueta para buscarme.
Despus, se quejan de la gracia sta. Y yo qu culpa puedo tener? Explot un motor en pleno vuelo y el avin tuvo que quedarse dando vueltas sobre el aerdromo hasta que se agotara la suficiente cantidad de combustible para hacer un aterrizaje seguro lo que hizo que tomramos tierra a la medianoche. Las haba mantenido despiertas casi veinticuatro horas.
Bah. Mujeres. Cmo chillan. Llevo da y medio sin dormir, apenas he comido unos tres paqueticos de man tostado _agrio, vencido_ que me dieron las azafatas y tambin me he llevado mi cuota de cido estomacal (fumante en mi tripa vaca): un tremendo susto: mi fila estaba cercana al ala donde explot uno de los cuatro motores. Luego, el cambio de horario pega fuerte, el cambio de clima pega fuerte, sus carnes rollizas pegan fuerte, sus chillidos pegan fuerte, el olor de la ropa que llevo puesta desde hace tres das pega fuerte. Y vean, no me quejo, slo hago ruido, zip zap, siento que estoy almidonado vistiendo pana. Son gajes de mi buen oficio.
Reclam mi equipaje: una bolsa naranja de un IMAU extranjero (capacidad de 1 Kg) donde guardo todas mis posesiones materiales, esto es (sin contar la ropa que visto en ese momento): un cepillo de dientes ya podrido, una pastilla de jabn seca y destrozada, una cajita casi agotada de aspirinas (a las que en este momento debo la vida), un bolgrafo que me mancha los dedos, y una Ilada de la que apenas acabo de leer el primer canto (no hay muchas esperanzas de pasar de ah: el segundo tiene pinta de bien fastidioso), y protegido todo por un buen candado de tirro, Celoven en todas partes hay: industria de exportacin.
Los viajeros se rieron de m al ver que estuve esperando tanto tiempo parado frente a esa porquera de banda giratoria, viendo pasar grandes maletas y cajas con aparatos electrnicos no declarados y quin sabe cunta droga escamoteada, para al final pescar slo ese porsiacaso. Ran, ran, no les he alegrado el da?
Salimos del aeropuerto y en seguida se lanza sobre m el calor pesado, hmedo y salitroso de Maiqueta. Le digo: bienvenido, no te temo, te extraaba.
El par de tipas no me puede hacer ni la cortesa de llevar mi "maletn", pero no lo esperaba, despus de todo. Nos montamos en su Fiat dos puertas, donde me hacen sentar en el asiento trasero. Apenas quepo. Voy tan incmodo que parece que me estn echando broma, miren que incluso se atreven a hacerme hurgar en mi cartera en busca de bolvares para pagar el peaje. Por aqu haba uno, maldita sea.
Les doy todo mi dinero y encima se quejan de que no es suficiente, les molesta mucho tener que completar la alcabala. Pasamos el peaje y atravesamos tneles junto a camiones que nada se preocupan del calentamiento global, la deposicin cida y la prdida de la capa oznica. Contengo la respiracin trabajosamente. Hay que esforzarse mucho si se est sonriendo: Ah de vuelta a la desidia occidental, de vuelta a la despreocupacin latina, de vuelta a la autarqua hispnica, de vuelta a la parranda colombina, de vuelta a Caracas, maldita sea, por fin, de nuevo en mi inmunda casa, despus del inmundo destierro. No soporto a su clima, no soporto a su gente, mas no soporto estar lejos de aqu.
Durante el trayecto me dicen que no slo son el comit de bienvenida, sino mi hospedaje. Esto no me huele bien deb habrmelo lavado en el avin djame esconderlo
Me llevan a su apartamento y me ensean una habitacin. No est mal, aunque no me parece cuerdo por parte de la institucin hacerme vivir entre dos mujeres. Pensarn que somos muy profesionales. O es que mi fama me precede? Pues en verdad, en verdad les digo que la Fama existe, pero es una mentira. No conduca a los aqueos mientras Jpiter le haca favores a Tetis?
Mi cama ser un divn. Ja. Me gusta. Siempre quise estar en uno de estos. Se corresponde tanto con mi naturaleza enferma.
Me recuesto a descansar un rato. Mi fama pst bah. Por mi cabeza pasan visiones de una antepasada que vivi en un convento, con un leo como almohada, hasta desarrollar una bonita joroba que se encargara de encantar a algn quin-sabe-cuntas-veces-ttara-abuelo. Y me pregunto: Qu se esconda tras el parche de Ana de Mendoza? Qu hechizo supone una verruga peluda en un carrillo o el bozo bajo la nariz de una quinceaera? Nada de esto me tranquiliza y no consigo cerrar los ojos. No tengo sueo por efecto de la misma falta de sueo.
A ellas les pasa lo mismo y no hallan qu hacer. Despus de dar varias vueltas alrededor de la casa, se dan cuenta de que tienen hambre. Me preguntan si yo tengo y claro, cmo no voy a tener, les cuento lo del man.
Se ponen a cocinar y sigo recostado en mi divn despus de apagar la luz del cuarto ya me llamarn cuando est lista la papa, seoritas.
Oigo ruido de agua corriendo, ruido de cubiertos, platos colocados en la mesa, pasos yendo y viniendo por la cocina. Las oigo hablando. No entiendo lo que dicen. El apartamento es pequeo y el sonido se transmite bien, pero estoy muy cansado como para ocuparme en diferenciar las palabras.
Ahora que estoy en una situacin estable, puedo permitirme volver a mis funciones normales: me dan ganas de ir al bao, que no s dnde queda y qu s yo dnde va a quedar, y me levanto del divn. Entreabr la puerta. Desde la oscuridad se observa la cocina, separada de la sala por medio de una mesita de frmica colgante de la pared, que separa a su vez al balcn de la cocina. Estn las dos tipas ah. Veo a la ms flaca, que camina alrededor del fregadero, vestida con un delgado traje para las faenas (y se dedica a ellas con empeo) que la hace ver como una abuelita. Pero veo a la menos delgada, sentada junto a la mesita (del lado de la sala), comiendo, con los mismos pantalones blancos con que me recibiera, descalza, sin camisa, sin brassier, sin ninguna intencin de cubrirse.
[Bueno, yo no s qu estar pasando en este pas, pero creo que es Almodvar, Trueba, Bigas Luna, ese "Juego de la Oca" y todos esos programas de la TVE que importan regalando divisas _el colmo es que ya todo el mundo tiene ese canal en parablica o en cable_ que hacen que nos estemos "malespaolizando" (la venganza de Fernando VII) hacindonos tender al desnudo gratuito].
A m estas cosas no me atraen para nada: he ah el fundamento de mi fama pero, quin puede negar que s me interesan mucho, sobre todo cuando no estoy invitado? Miro con mi ojo derecho a travs de la puerta apenas abierta.
Ridculo. Tan rolliza. Sus pechos son muy blancos, contrastan mucho con el resto de su piel y con sus oscuros pezones. Se mueven mucho cada vez que bebe la limonada que le sirve la ms delgada. Bebe mucho y la otra sirve ms. Algo quieren apagar.
La ms delgada le da un plato de pasta y se lo come velozmente, aunque sin voracidad. Para m que repite, me digo, y repite, haciendo tesis de mi hiptesis. Termina y se levanta. Lleva el plato y los cubiertos al fregadero (a ste no lo puedo ver desde ah).
La ms delgada sigue acomodando la mesa, la deja lista y se dirige hacia el lavaplatos.
La semidesnuda se va de la cocina y camina por el pasillo hacia mi puerta. Corro y me tumbo en el divn.
Parece que pasa de largo, hacia otro cuarto. Poco despus la oigo ir de nuevo hacia la sala.
Vuelvo a asomar mi ojo derecho por la puerta y la veo an con el pecho desnudo, parada junto a la mesa con las manos en los bolsillos, mirando a la otra poner comida en tres platos y limonada en tres vasos. sta ltima me llama. Dejo pasar dos segundos y digo que ya voy. No veo que la de Lespugue piense en ocultarse o taparse.
Salgo del cuarto y all estn, alrededor de la mesa, una del lado de la sala, con el pecho descubierto y las manos en los bolsillos; la otra, bastante agradable con su pinta de vieja ama de casa haciendo horas extras en la maana del domingo, del lado de la cocina, rodea la mesa con la solemnidad de quien vadea el Rubicn y se pasa al lado de la sala.
La de los pechos me invita a sentarme en una silla de la mesita de frmica y se sienta a mi derecha, y la otra se sienta a su lado. Los tres sentados en lnea como los osos que tuvieron el lo con la carricita de los rizos dorados
Comemos. No veo que a ninguna de las dos le importe el desnudo de la menos delgada, as que tampoco dejo que me preocupe. Lo ms ridculo es estar comiendo mala pasta a las dos de la maana, bebiendo ridcula limonada. Pero supongo que es normal en gente de nuestro gremio no ser muy aplicados en la cocina, en el vestir y en las relaciones interpersonales.
(No dejo de pensar en la cancioncita de Guillermo de Poitiers que dice
A manjar mi deron capos,
e sapchatz ac i mais de dos
e noi ac cog ni cogastros,
mas sol nos tres,
el pans fo blancs el vins fo bos
el pebr'espes.
La comida es una caca, pero se me ocurre que son idnticas a N'Agnes y N'Ermessen y yo el mudo peregrino. Espero que no me saquen al gato ni pienso dejar que al final tenga que contarles a los dems cuntas veces la cosa fue: cen e quatre vint e ueit vetz. Me someto al prejuicio que se tiene sobre m: No soy duque de Aquitania si acaso llegar a tener la personalidad de un General Lee y no me refiero al de la Confederacin).
En un momento, a la descamisada se le cae un poco de pasta sobre el pecho izquierdo. Se limpia con una servilleta. En seguida le vuelve a caer, se limpia, y le pasa de nuevo. Claro, no le va a pasar? Que yo sepa es su tercer plato de pasta y su enava limonada. Mucho carbohidrato. La falta de sueo y la hiperglucemia la pondrn tarada si es que no la llegan a matar. Le ser difcil hallar algo que hacer con toda esa energa.
Se levanta de repente muy molesta (claro!), se va por el pasillo hacia los cuartos. Quedamos la ms delgada y yo comiendo. Ni una palabra. No me atrevo a masticar, el ms mnimo ruido puede ser inoportuno, as que slo estrujo con mi lengua la comida sobre el paladar. Un minuto despus regresa la futura carriza de Willendorf con una vieja camisa blanca que le queda corta y apretada. Sigue comiendo, pero esta vez no se vuelve a ensuciar.
Terminamos los tres al mismo tiempo, y al mismo tiempo llevamos los platos y los vasos al fregadero. Me ofrezco a lavarlos. Ellas se dirigen hacia las sillas colocadas en la mesita.
La ex-modelo de Gauguin, que siente calor (claro!), acerca su silla al balcn. La otra deja su silla junto a la mesa, pero la dirige hacia la tragona. Se sienta y sujeta su mueca derecha con su mano izquierda, oyendo hablar a la prximamente modelo de Botero con una semisonrisa benevolente. Con su ropa y esa postura parece la tpica abuelita.
Cuando termin de fregar, fui hacia la mesa, tom la otra silla y la traslad. Me sent con respecto a ellas en el vrtice ms alejado de un tringulo issceles. Estaba ms recostado que sentado, callado, mirndolas a duras penas con mis ojos miopes ya tan cansados, oyndolas hablar y hablar de la institucin, de nuestro trabajo. Orlas hablar me da sueo, me voy rindiendo en la silla. Cuando creo que voy a dar un cabeceo, siento una presin entre mis pantorrillas. Qu? Qu no ser?
Miro mis pies y veo con horror un gato negro, noche sin luna, petrleo crudo. Qu giro melodramtico.
Las otras siguen periqueando mi corazn late fuertemente, la fachada de mi fama caer, viendo al gato sentado al pie de mi silla no s, estoy tan asustado que imagino cosas: me parece que en la conversacin la auriaciense le dice a la otra:
Sor, aquest hom es enginhos,
e laissa lo parlar per nos
nos aportem nostre gat ros
de mantenent,
quel fara parlar az estros
si de renz ment.
Cmo escapa uno? El balcn el balcn est enrejado pero tiene una portezuela para los bomberos no pero no piso dcimo algo vigsimo algo, peor qu hacer?
Trato que el gato me preste atencin. No me hace caso. Tpico. Lo empiezo a molestar hacindole payasadas, acaricindole el lomo con fuerza, le hablo como a un beb, le aprieto las patas viendo cmo puede retraer las garras la est pasando mal, se aburre, nunca un gato y yo nos hemos podido llevar bien somos tan similares as que se escapa a las habitaciones y por all se queda bien escondido. No vuelvas, hijo de Eduardo III. No vuelvas, Pedro Camejo.
Ya, libre del posible instrumento de tortura, me recost en mi silla, complacido en no or la montona conversacin de las extraas tipas que imagin dominatrices, dejando que el velo vaya cayendo, mientras las miro con mis ojos cansados hola, Hipnos tiempo ha cmo te va? Orlas me da sueo deja djame djame esconderlo arena? no est pasado de soy el pene con alas la foca Felipito premios Nobel de medicina y fisiologa y de qumica
[Sus Majestades, seores y seoras de la Real Academia de Ciencias de Estocolmo, seores y seoras del Instituto Carolina, seorita intrprete (nos vemos en el Ritz, por favor no lleve atn ni bacalao) y otros mirones de palo reunidos aqu para rendirme honores (los respeto por ello) les confieso este infausto/nefasto/funesto diez de diciembre que cuando me decid a utilizar complejos de metales pesados, cianuros y otras sustancias clsicamente denominadas txicas _muchas de las cuales fueron creadas por m (que por olvido, y no por el bien de la humanidad, dej de patentar)_ en unin de unidades orgnicas inteligentes muy aproximadas a lo que son los virus, mi nico objetivo era arrasar a la humanidad (y slo pas el Nobel de la Paz por mi cabeza) por lo que he descubierto slo accidentalmente la cura para sopotocientas enfermedades, incluyendo el cncer y el SIDA an as, no me atrever a rechazar esta bonita medalla, diploma y premio en metlico que me ofrecen, mucha falta me hacan, miren que as tendr el suficiente coraje, cach, popof y pinta para atreverme por fin a dedicarme a una vida licenciosa y disoluta, que es lo que he debido hacer desde el principio en vez de empearme en estas estupideces cientficas: por su "favorcito" ahora hay gringas lesbianas esperando el da en que a alguien se le ocurra hacerme vender botellitas de mi muy querido fluido seminal]
y orlas me da sueo me voy rindiendo en la
Pam! Se oye el trancazo de una puerta. Vuelvo en m completamente, mi cuello sudando, mi corazn armando lo. Dotoy? Dotoy?
_ Llegaste?_ Grit la gorda al aire detrs de m.
_ Llegu._ respondi una agradable voz.
Volte. Una tercera tipa, es fcil adivinar que vive aqu. Aunque ahora son tres, como las parcas o las furias, son tres como tambin tres son las tres gracias (ese nombre trae lgrimas a mis ojos universitarios) o los tres chiflados. Tres tipas hacen que el recuerdo del gato se disipe, ya no son ni Ins ni Ermessen, ya no hay de qu preocuparse, supongo no se remonta el lo de Troya a un embrollo que caus Paris al tener que preferir a una entre Afrodita, Hera y Atenea? Mi juicio siempre ha sido defectuoso, la indecisin es mi terreno. Cul de los tres criterios usara para elegir entre tres propuestas? No s, evitar el lo. Si alguien me da una manzana, la boto sin avisarle a nadie. O quiz mejor, me la como, que siempre cae una bien. Quien tome de los despojos del fruto ser la ganadora! Pero slo digo tonteras, lo olvido.
S, habita aqu una tercera tipa, delgada, de pelo oscuro, aparentemente ms joven que las otras, algo ornamental, por alguna razn atrae la mirada, llama la atencin, Venus. No creo que sea fea ni desproporcionada, pero por alguna razn me pasa por la cabeza la idea de que alguien se la acaba de follar dentro de un Caprice o que quiz es un transformista despechado. Creo que es la ropa. S, es la ropa. Es casi seguro que viene de una fiesta y no fue precisamente la sensacin por su contemporaneidad con la moda. El vestido _de un color entre lila, rosado y fucsia_ que viste es muy aos ochenta, con esos botones y esa especie de hombreras. Mucho maquillaje tambin. Agranda demasiado sus oscuros ojos y su nariz morisca, afila sus pmulos, en algunos lugares tapa con un mazacote emplastado su cutis, en otros resalta, abre y envenena sus poros. Y dgame esa permanente o cosa rara que se ech en el pelo. (Transfo transfo transfo).
La de pinta de abuela, tan casera, hogarea, preocupada y celosa por la gente a su cargo, tan capaz de darte la paliza ms dolorosa que te puedan dar tal como slo las pueden dar las madres, posiblemente tan peligrosa como una mujer en trmites de divorcio: te quiero, te amo, te cuido hoy, pero si me friegas te friego, mira que soy Juno, se seca las manos hmedas con un trapo de cocina y le dice sobre m a la tercera:
_ Mira, este es
_ ah, s, el nuevo
_ Exactamente._ digo. Le ofrezco la mano, me da la suya.
_ Un placer, mi nombre es
_ Me gustara otro plato de pasta._ ordena la gorda.
Otro? Ser que se prepara para ser la primera de una larga serie de sumotori femeninas? Es una propuesta deportiva interesante. Me atrevera a darle mi apoyo, a menos que las tradiciones shogunales y los samuri estn muy preparados para la comedia. Sin embargo, ella sera capaz de vencer, no hay entes superiores a ella en su oficio, sabe lo que hace, s, no tendra rival en cualquier oficio que ella escogiera, es tan exigente, tan cruel, tan belicosa y obstinada, su desnudez no era incentivo, no era invitacin, era aviso, era advertencia, era desafo, un ardid, una trampa, es Minerva, la protectora de Ulises, y he salido triunfante de su primer engao, no me odiar por eso, me dejar estar en paz, me dar cobijo.
Despus de vernos: a la gorda devorando su plato, a m hundido en la silla, a l'agela con su sonrisa benevolente, se le nota en la cara lo que dir la tercera:
_ No tengo sueo, me voy a cambiar y vengo.
Necesitar ayuda? No, mejor no, hasta comprobar la verdad o la falsedad de la hiptesis del transformismo. Naci as o alguien se lo peg? Cuidado y me lo pega a m. Llmenme cmo quieran, pero muestro escepticismo para con las teoras darwinistas y prefiero las lamarckistas. Ridculo, no? En estos tiempos
Las otras dos siguen con su periquera y de nuevo me invade el cansancio. Me rindo por la tranquilidad proporcionada por la lejana del felino, pero no me dejo ir hasta saber un poco ms de la tercera. sta regresa tres minutos despus. Ciertamente no es transformista. Se ha quitado el maquillaje, se ha arreglado el pelo para que est en su forma natural. Tiene un rostro muy agradable, frente despejada, ojos oscuros ensoadores, labios provocadores, tan fresca, ex ovo. Lstima que est en una etapa de vegetarianismo estricto, porque si no, mira que hincara mis dientes. Por que de verdad, en verdad les digo que la fama
Sin embargo, sigue vistiendo muy mal. Se ha cambiado el vestido ochentoso por cmoda ropa de la misma dcada. Viste un sweater con algo de hombreras y un diseo bastante feo como peto, lleva unas mallas (del mismo color lila-rosado-fucsia que el vestido de antes) de la poca, pre-lycra, que traen a m terribles recuerdos de mis desdentadas hermanitas oyendo a las Flans y de Daniel Esparza (el exonerador!) enamorado de Karina. Todo esto me asusta. Tan violento fue el cambio de horario cuando vena en el avin? Me he sumido en una distorsin espacio-temporal cuando me he quedado dormido? No quiero ni decirlo me mortifica esa nocin
He, acaso, vuelto a los ochenta?
No s si sera agradable tener menos de trece aos de nuevo. Sera un lozano y angelical nio una noche, y tras un sueo intranquilo, despertara una maana convertido en un cachondoso pubescente de los primeros noventa. No me tendra que estar afeitando constantemente, pero tendra algunos granos en la cara. No tendra responsabilidades, pero mi cuerpo estara plagado, emponzoado, saturado con hormonas. Ninguna preocupacin por lo fijo ni lo variable, slo un pensamiento en mi cabeza, o mejor dicho, en otra parte
Ver a la morisca ejerce tensin sobre el cuerpo de mis preocupaciones. Su esbelta complexin de maestra de preescolar recin graduada contrasta con la incipiente gordura de la seminudista y la voluntariamente senescente actitud de l'agela. Se sienta en loto chimbo sobre la mesa en la que la gorda come su nuevo plato de pasta. La novedad de mi presencia hace que las tres continen hablando de nuestras comunes profesiones, sin mi participacin, pues el sueo me es insoportable cuando sus voces me arrullan gug
Vienen a m imgenes de traicin a mis principios y a mi fama. Tres mujeres conmigo se hacen tres mujeres para m. Todas diferentes pero con puntos en comn entre ellas y conmigo. Muy cansado para huir a las imgenes arena en mis ojos con tal que no me los quieran sacar no aguanto el sueo me voy rindiendo en la silla ah, mira quin cae por aqu saludos, Morfeo qu moldears para m? ah, mi libido, haba supuesto que poda vivir sin ella y la haba dejado por ah qu lingam no quiere yoni? un caverncola descubriendo cmo encender el fuego, inventando la rueda, la palanca y la sexualidad el judo Freud comunidades primitivas precapitalistas el judo Marx premios Nobel de medicina o fisiologa, de qumica y de economa
[Sus Majestades, seores y seoras del Instituto Carolina, seores y seoras de la Real Academia de Ciencias de Estocolmo. Ahora que han decidido darme de apa el premio de Economa, debo confesarles que cuando inici mis estudios sobre la conveniente superioridad y primado de la economa domstica sobre la economa estatal, no me propona otra cosa que aprender a manejar eficientemente un mnage quatre que promov cuando decid que, aunque artificial, la sexualidad poda ser agradable para cualquier cuarto-hombre contemporneo, para as derrocar la nocin de que la sociedad es]
Cabeceo
Me despert, sentado solo y perdido en la sala. Mi boca est amarga, mi frente y mi cuello tienen rastros de sudor, mis ojos estn desorientados en esta desconocida oscuridad que huele a cursi lavanda. La nica luz es la que proviene de la cocina, de poca intensidad y color azulado. Me hallo a mi mismo. Me levant para irme a dormir en el divn, arrastrndome hasta mi cuarto.
Curioso. En el apartamento slo hay dos habitaciones.
En cuanto pueda, har quitar el enrejado del balcn.
Ahora no se que preguntas hacer... creo que podrias elegir alguna de las anteriores.
Lo otro que me deja en incognita, que deseos podrian ser.... si yo fuera una genio, probablemente creo q no te haria preguntas seguro ya las sabria....
Maana talvez ya sepa que te preguntare signore.
Feliz Viernes