La regin del valle de Qubor reproduce a un nivel local las lneas generales del proceso global de desarrollo de la prctica arqueolgica, quiz necesariamente para Venezuela, en tanto que se trata de un rea que focaliza enorme parte de los esfuerzos de investigacin de arquelogos profesionales y aficionados al menos desde el siglo XIX, constituyndose as como autnticamente representativa del ejercicio de la disciplina en el pas. Su carcter de microcosmos o reflejo local es tanto ms cierto al situarse en el Occidente (segn de la "dicotoma" de Cruxent y Rouse), rea de concentracin inicial no slo de la poblacin venezolana, sino de los ensayos de comprensin histrica (por parte del cientfico) y "desarrollo" socioeconmico (por parte del poltico) del pas. Al referirme en las siguientes lneas a Qubor, pido que se lea en paralelo a la discusin acerca de esta especfica depresin larense, una posible proyeccin no slo a la prctica arqueolgica del Estado Lara, sino tambin a la regin noroccidental y finalmente, la "nacional".
La arqueologa quiborea es reportada desde el siglo XIX con los hallazgos, generalmente considerados hoy singulares o descontextualizados, por parte de quienes podramos tratar sumariamente como anticuarios y curiosos locales, tal como suceda en el Viejo Mundo o en otras regiones americanas. Basados en los sucesos en aquellos contextos forneos, y aun sin noticias locales al respecto en Qubor, se podran suponer al menos casos aislados de prcticas de huaquera y saqueo desde tiempos anteriores al siglo XIX, como provisin al mercado de anticuarios ilustrados o para servicio personal de curiosos y coleccionistas no sistemticos, vulnerando el patrimonio arqueolgico regional. Pero como parte de la avanzada de las ideas positivistas en Venezuela, para finales del siglo XIX quiz se inicia un inters patrimonial o al menos cientfico en estas "antigedades". En el Museo Nacional en Caracas se crean colecciones con estos objetos, descritos minuciosamente por el decano del positivismo en Venezuela, el Dr. Adolfo Ernst, que de la regin de nuestro inters recibe materiales caroreos y de El Tocuyo, elaborando comparaciones con hallazgos de otras regiones y culturas lejanas.
Con similar celo descriptivo y objetivista, a principios de siglo intelectuales locales como R. R. Fritez Pineda (recolector de vocabularios indgenas como el Ayamn que serviran a estudiosos como Luis Ramn Oramas para ensayos de lingstica histrica y comparativa regional) [Oramas, 1916] excava un cementerio en Las Veritas, y junto con el carcter metdico de sus procedimientos de excavacin y observacin, es capaz de adelantar hiptesis refinadas y acertadas acerca del origen del ajuar funerario fabricado en concha [MOLINA, 1990: 12]. Similar tratamiento prestan los pioneros locales y caraqueos a hallazgos de corte paleontolgico y osteolgico, pero permitin-dose tambin proponer hiptesis o comparaciones hoy consideradas fantasiosas, exageradas o simplemente falsas, as que a la par de acaloradas discusiones cientficas entre Jos Gil Fortoul y Samuel Daro Maldonado acerca del origen de las poblaciones precolombinas en base a restos craneales, Pedro Antonio Carrascosa publica sus ideas acerca de la Atlntida [MOLINA, 1990: 13-24; 1997: 312].
No fue extraa esta situacin al momento global de la arqueologa en el resto del mundo, aun en las dcadas siguientes, semejante diversidad de concepciones, correspondiente a un conflicto no slo en la hegemona de escuelas de pensamiento antropolgico o histrico emergentes, sino incluso a una crisis entre visiones de mundo que finalmente ganara el positivismo empirista. Pero ms que un momento de confusin, se tratara de procesos de aclaracin, puesto que autores de alto vuelo como Rafael Requena a partir de los aos 1930 seran quienes atraeran el inters y apadrinaran las labores sistemticas de arquelogos extranjeros como Wendell C. Bennett, Alfred Kidder II, Cornelius Osgood y George D. Howard (estos tres ltimos pasan por la regin de nuestro inters), favorecidos por la creciente "apertura", o dependencia, de Juan Vicente Gmez e inmediatos sucesores, al gobierno de los Estados Unidos en materia econmica, poltica e intelectual. El Programa de Arqueologa del Caribe del Museo Peabody de la Universidad de Yale al que se adscriban estos profesionales inici la investigacin intensiva y sistemtica del pas, e implantando la que sera la hegemona del particularismo histrico y/o el normativismo en los futuros profesionales nacionales, formados bajo la tutela, directa o indirecta, de Irving Rouse y sus colaboraciones con J. M. Cruxent.
Pese a este envolvimiento del valle de Qubor en el proceso de globalizacin, la investigacin local se mantendra destacada y pujante por varias dcadas con la obra del Hermano Nectario Mara, quien reconoce montculos y cementerios en las reas de Barquisimeto y Qubor. Describe con detalle sus hallazgos en el cementerio de Cerro Manzano e inicia las labores en los "cerritos indgenas" de Guadalupe, con sitios como El Tiestal que rendirn para investigadores posteriores y paralelos. Los hermanos de La Salle tendrn otro importante representante en la arqueologa con Esteban Basilio, que comienza en Camay la exploracin de un yacimiento cuyos resultados siempre resultarn espectaculares al pblico. Consideracin especial entre los investigadores nacionales merecen los primeros trabajos del entonces joven botnico y naturalista <strong>Francisco Tamayo</strong> acerca de la industria del olicornio. Primeramente establece una dicotoma etnogeogrfica entre materiales caquetos y gayones, para Falcn y Lara respectivamente, y luego est entre los primeros en establecer una tipologa estilstica asociando estos materiales con una cultura de caracteres ofidioideos para Mrida, Lara, Trujillo y Portuguesa, y una cultura de caracteres pectini-formes, para diversas localidades larenses como Carora, lo que entrev la historia cultural regional y de sus contactos y movimientos culturales antiguos con las regiones vecinas.
Los investigadores del Programa de Arqueologa del Caribe destacan ms la regin a partir de los 1940. <strong>Osgood </strong>y <strong>Howard </strong>reconocen Los Tiestos (alias El Tiestal) y Tierra de los Indios, y <strong>Kidder </strong>Las Veritas, y logran vislumbrar nexos arqueolgicos con Carache, Falcn y Mrida, que para la publicacin en 1958 de <strong>Cruxent </strong>y <strong>Rouse </strong>ya estarn establecidos. Estos dos ltimos arquelogos reconocen sitios tales como Bobare y Tocuyano, y a partir de entonces la regin de Qubor no podr ser ignorada por la arqueologa profesional venezolana, pues habindose iniciado la ins-truccin profesional de la arqueologa por <strong>Cruxent </strong>en la Escuela de Sociologa y Antropologa UCV, en los 1960 <strong>Sanoja </strong>y <strong>Vargas</strong>, de esta universidad, excavan el cementerio de Las Locas y se introducen tambin en Guadalupe. Para este momento la arqueologa se permite ya estudios sistemticos, detallados y exhaustivos, tal como muestra que los trabajos de Sanoja y Vargas incluyan preocupaciones arqueobotnicas y arqueozologicas, superando la mera recoleccin de tiestos. A partir de 1970, las labores de <strong>Sanoja </strong>y <strong>Vargas </strong>son considerablemente importantes por razones tericas, ya que su explcita adscripcin a un programa de investigacin enmarcado dentro del materialismo histrico se ofrece como alternativa al diletantismo de los pioneros y al hegemnico particularismo histrico de la escuela normativa importado por los allegados al Programa de Arqueologa del Caribe, asociados institucionalmente en Venezuela al <a href="http://www.ivic.ve">IVIC</a>.
Ser el descubrimiento del cementerio del Boulevard, primeramente trabajado por Adrin Lucena Goyo, el que convertir a Qubor en una vedette arqueolgica, concentrando y monopolizando en el valle los esfuerzos de investigacin regional. Apartando el falso problema del pigmeismo, estos cementerios pasarn de ser vistos como meros osarios con ofrendas, a llamar la atencin sobre la posible presencia de organizaciones sociales complejas y jerarquizadas en la regin.
Aunque conservando su carcter cuasi estelar para la arqueologa regional y nacional, slo a partir de los 1980 Qubor cede espacio a investigaciones en otras localidades y regiones vecinas, y arquelogos como <strong>Molina</strong>, <strong>Monsalve </strong>y <strong>Toledo </strong>reparten sus actividades entre Qubor y reas tales como la de Sicarigua. Esto coincide con un momento terico de la arqueologa y un momento en la administracin del patrimonio cultural nacional. Reflejando la "crisis" en las ciencias sociales que permite el pluralismo terico y metodolgico en disciplinas como la arqueologa, diversas alternativas se hace presentes en Qubor, como por ejemplo la arqueologa sistmica o procesual con los trabajos de arquelogos tales como <strong>Arvelo </strong>o <strong>Jaimes</strong>. Todos estos arquelogos jvenes para entonces encuentran apoyo institucional en el recin creado Museo Arqueolgico de Qubor, como alternativa local a la administracin centralizada de las instituciones acadmicas basadas en Caracas, si bien esta oportunidad se constituye como desafo al concederse al mismo tiempo que finaliza la bonanza econmica que permita el sostn a la siempre maltratada investigacin cientfica-social en Venezuela, fuese por aficionados e investigadores nacionales o extranjeros.
<strong>Referencias</strong>
GASSN P., Rafael A., y Erika WAGNER (1997): El Programa de Arqueologa del Caribe y su impacto en la arqueologa venezolana: antecedentes y consecuencias. En: <em>Historias de la antropologa en Venezuela</em>, editado por Emanuele Amodio. Maracaibo: Ediciones de la Direccin de Cultura de la Universidad del Zulia. 1998. Pp. 323-344.
MOLINA, Luis E. (1990): <em>Animales antediluvianos, antigedades indias, culturas: contribucin a la historia de la arqueologa y paleontologa del Estado Lara, Venezuela 1852-1989</em>. Caracas: CECOP. Consejo Nacional de la Cultura CONAC.
------ (1997): Tras las huellas de animales antediluvianos: pioneros de la paleontologa y la arqueologa en el Estado Lara, Venezuela. En: <em>Historias de la antropologa en Venezuela</em>, editado por Emanuele Amodio. Maracaibo: Ediciones de la Direccin de Cultura de la Universidad del Zulia. 1998. Pp. 311-321.
ORAMAS, Luis R. (1916): <em>Materiales para el estudio de los dialectos Ayamn, Gayn, Jirajara, Ajagua</em>. Caracas: Litografa del Comercio.
VARGAS ARENAS, Iraida (1986): Evolucin histrica de la arqueologa en Venezuela. <em>Quiborea </em>1 (1): 68-104.
La arqueologa quiborea es reportada desde el siglo XIX con los hallazgos, generalmente considerados hoy singulares o descontextualizados, por parte de quienes podramos tratar sumariamente como anticuarios y curiosos locales, tal como suceda en el Viejo Mundo o en otras regiones americanas. Basados en los sucesos en aquellos contextos forneos, y aun sin noticias locales al respecto en Qubor, se podran suponer al menos casos aislados de prcticas de huaquera y saqueo desde tiempos anteriores al siglo XIX, como provisin al mercado de anticuarios ilustrados o para servicio personal de curiosos y coleccionistas no sistemticos, vulnerando el patrimonio arqueolgico regional. Pero como parte de la avanzada de las ideas positivistas en Venezuela, para finales del siglo XIX quiz se inicia un inters patrimonial o al menos cientfico en estas "antigedades". En el Museo Nacional en Caracas se crean colecciones con estos objetos, descritos minuciosamente por el decano del positivismo en Venezuela, el Dr. Adolfo Ernst, que de la regin de nuestro inters recibe materiales caroreos y de El Tocuyo, elaborando comparaciones con hallazgos de otras regiones y culturas lejanas.
Con similar celo descriptivo y objetivista, a principios de siglo intelectuales locales como R. R. Fritez Pineda (recolector de vocabularios indgenas como el Ayamn que serviran a estudiosos como Luis Ramn Oramas para ensayos de lingstica histrica y comparativa regional) [Oramas, 1916] excava un cementerio en Las Veritas, y junto con el carcter metdico de sus procedimientos de excavacin y observacin, es capaz de adelantar hiptesis refinadas y acertadas acerca del origen del ajuar funerario fabricado en concha [MOLINA, 1990: 12]. Similar tratamiento prestan los pioneros locales y caraqueos a hallazgos de corte paleontolgico y osteolgico, pero permitin-dose tambin proponer hiptesis o comparaciones hoy consideradas fantasiosas, exageradas o simplemente falsas, as que a la par de acaloradas discusiones cientficas entre Jos Gil Fortoul y Samuel Daro Maldonado acerca del origen de las poblaciones precolombinas en base a restos craneales, Pedro Antonio Carrascosa publica sus ideas acerca de la Atlntida [MOLINA, 1990: 13-24; 1997: 312].
No fue extraa esta situacin al momento global de la arqueologa en el resto del mundo, aun en las dcadas siguientes, semejante diversidad de concepciones, correspondiente a un conflicto no slo en la hegemona de escuelas de pensamiento antropolgico o histrico emergentes, sino incluso a una crisis entre visiones de mundo que finalmente ganara el positivismo empirista. Pero ms que un momento de confusin, se tratara de procesos de aclaracin, puesto que autores de alto vuelo como Rafael Requena a partir de los aos 1930 seran quienes atraeran el inters y apadrinaran las labores sistemticas de arquelogos extranjeros como Wendell C. Bennett, Alfred Kidder II, Cornelius Osgood y George D. Howard (estos tres ltimos pasan por la regin de nuestro inters), favorecidos por la creciente "apertura", o dependencia, de Juan Vicente Gmez e inmediatos sucesores, al gobierno de los Estados Unidos en materia econmica, poltica e intelectual. El Programa de Arqueologa del Caribe del Museo Peabody de la Universidad de Yale al que se adscriban estos profesionales inici la investigacin intensiva y sistemtica del pas, e implantando la que sera la hegemona del particularismo histrico y/o el normativismo en los futuros profesionales nacionales, formados bajo la tutela, directa o indirecta, de Irving Rouse y sus colaboraciones con J. M. Cruxent.
Pese a este envolvimiento del valle de Qubor en el proceso de globalizacin, la investigacin local se mantendra destacada y pujante por varias dcadas con la obra del Hermano Nectario Mara, quien reconoce montculos y cementerios en las reas de Barquisimeto y Qubor. Describe con detalle sus hallazgos en el cementerio de Cerro Manzano e inicia las labores en los "cerritos indgenas" de Guadalupe, con sitios como El Tiestal que rendirn para investigadores posteriores y paralelos. Los hermanos de La Salle tendrn otro importante representante en la arqueologa con Esteban Basilio, que comienza en Camay la exploracin de un yacimiento cuyos resultados siempre resultarn espectaculares al pblico. Consideracin especial entre los investigadores nacionales merecen los primeros trabajos del entonces joven botnico y naturalista <strong>Francisco Tamayo</strong> acerca de la industria del olicornio. Primeramente establece una dicotoma etnogeogrfica entre materiales caquetos y gayones, para Falcn y Lara respectivamente, y luego est entre los primeros en establecer una tipologa estilstica asociando estos materiales con una cultura de caracteres ofidioideos para Mrida, Lara, Trujillo y Portuguesa, y una cultura de caracteres pectini-formes, para diversas localidades larenses como Carora, lo que entrev la historia cultural regional y de sus contactos y movimientos culturales antiguos con las regiones vecinas.
Los investigadores del Programa de Arqueologa del Caribe destacan ms la regin a partir de los 1940. <strong>Osgood </strong>y <strong>Howard </strong>reconocen Los Tiestos (alias El Tiestal) y Tierra de los Indios, y <strong>Kidder </strong>Las Veritas, y logran vislumbrar nexos arqueolgicos con Carache, Falcn y Mrida, que para la publicacin en 1958 de <strong>Cruxent </strong>y <strong>Rouse </strong>ya estarn establecidos. Estos dos ltimos arquelogos reconocen sitios tales como Bobare y Tocuyano, y a partir de entonces la regin de Qubor no podr ser ignorada por la arqueologa profesional venezolana, pues habindose iniciado la ins-truccin profesional de la arqueologa por <strong>Cruxent </strong>en la Escuela de Sociologa y Antropologa UCV, en los 1960 <strong>Sanoja </strong>y <strong>Vargas</strong>, de esta universidad, excavan el cementerio de Las Locas y se introducen tambin en Guadalupe. Para este momento la arqueologa se permite ya estudios sistemticos, detallados y exhaustivos, tal como muestra que los trabajos de Sanoja y Vargas incluyan preocupaciones arqueobotnicas y arqueozologicas, superando la mera recoleccin de tiestos. A partir de 1970, las labores de <strong>Sanoja </strong>y <strong>Vargas </strong>son considerablemente importantes por razones tericas, ya que su explcita adscripcin a un programa de investigacin enmarcado dentro del materialismo histrico se ofrece como alternativa al diletantismo de los pioneros y al hegemnico particularismo histrico de la escuela normativa importado por los allegados al Programa de Arqueologa del Caribe, asociados institucionalmente en Venezuela al <a href="http://www.ivic.ve">IVIC</a>.
Ser el descubrimiento del cementerio del Boulevard, primeramente trabajado por Adrin Lucena Goyo, el que convertir a Qubor en una vedette arqueolgica, concentrando y monopolizando en el valle los esfuerzos de investigacin regional. Apartando el falso problema del pigmeismo, estos cementerios pasarn de ser vistos como meros osarios con ofrendas, a llamar la atencin sobre la posible presencia de organizaciones sociales complejas y jerarquizadas en la regin.
Aunque conservando su carcter cuasi estelar para la arqueologa regional y nacional, slo a partir de los 1980 Qubor cede espacio a investigaciones en otras localidades y regiones vecinas, y arquelogos como <strong>Molina</strong>, <strong>Monsalve </strong>y <strong>Toledo </strong>reparten sus actividades entre Qubor y reas tales como la de Sicarigua. Esto coincide con un momento terico de la arqueologa y un momento en la administracin del patrimonio cultural nacional. Reflejando la "crisis" en las ciencias sociales que permite el pluralismo terico y metodolgico en disciplinas como la arqueologa, diversas alternativas se hace presentes en Qubor, como por ejemplo la arqueologa sistmica o procesual con los trabajos de arquelogos tales como <strong>Arvelo </strong>o <strong>Jaimes</strong>. Todos estos arquelogos jvenes para entonces encuentran apoyo institucional en el recin creado Museo Arqueolgico de Qubor, como alternativa local a la administracin centralizada de las instituciones acadmicas basadas en Caracas, si bien esta oportunidad se constituye como desafo al concederse al mismo tiempo que finaliza la bonanza econmica que permita el sostn a la siempre maltratada investigacin cientfica-social en Venezuela, fuese por aficionados e investigadores nacionales o extranjeros.
<strong>Referencias</strong>
GASSN P., Rafael A., y Erika WAGNER (1997): El Programa de Arqueologa del Caribe y su impacto en la arqueologa venezolana: antecedentes y consecuencias. En: <em>Historias de la antropologa en Venezuela</em>, editado por Emanuele Amodio. Maracaibo: Ediciones de la Direccin de Cultura de la Universidad del Zulia. 1998. Pp. 323-344.
MOLINA, Luis E. (1990): <em>Animales antediluvianos, antigedades indias, culturas: contribucin a la historia de la arqueologa y paleontologa del Estado Lara, Venezuela 1852-1989</em>. Caracas: CECOP. Consejo Nacional de la Cultura CONAC.
------ (1997): Tras las huellas de animales antediluvianos: pioneros de la paleontologa y la arqueologa en el Estado Lara, Venezuela. En: <em>Historias de la antropologa en Venezuela</em>, editado por Emanuele Amodio. Maracaibo: Ediciones de la Direccin de Cultura de la Universidad del Zulia. 1998. Pp. 311-321.
ORAMAS, Luis R. (1916): <em>Materiales para el estudio de los dialectos Ayamn, Gayn, Jirajara, Ajagua</em>. Caracas: Litografa del Comercio.
VARGAS ARENAS, Iraida (1986): Evolucin histrica de la arqueologa en Venezuela. <em>Quiborea </em>1 (1): 68-104.
pistolita:
you should be my spanish teacher.