Y las mujeres... ¡ah!, daba gloria ver a las mujeres, desnudas bajo el calor primaveral como si
estuvieran en tiempo de los faraones egipcios, con reducidísimas faldas cortas o vestidos como túnicas, o
luciendo pantalones de hombre y camisetas ajustadas sobre sus cuerpos curvilíneos, a su elección. Se
maquillaban y lucían aderezos de oro o de plata aunque fuera para ir a la tienda de la esquina, o bien
aparecían sin adornos y con el rostro absolutamente limpio de cosméticos: no importaba. Se rizaban el
cabello como María Antonieta, o lo llevaban corto, o se dejaban melena y la llevaban suelta.
Quizá por primera vez en la historia, resultaban tan fuertes e interesantes como los hombres.
Seguro que muchas ya lo sabreis, pero ¿qué estoy leyendo?
Besos y que seais muy felices