La periodista asturiana Aitana Castaño acuñó hace un tiempo el término “subpajariano” para definir a los ciudadanos del sur de la Cordillera Cantábrica que invaden el Principado durante todo el año, aunque especialmente en época estival, y que de vez en cuando tienen cosas de esas que dan ganas de tirarse del Angliru abajo para no escucharlas. Si bien los asturianos apreciamos a los turistas, aconsejamos simplemente seguir estas normas básicas de comportamiento para disfrutar del paraíso natural sin que los norteños te quieran asesinar:
1. No digas que se está bien con el fresquito. Si tú, español al sur del Negrón, has tenido la suerte de disfrutar de esas estaciones conocidas como primavera y verano, no le menciones a un asturiano el alivio que supone ir a un sitio en el que no para de llover y hace fresco en agosto. No encontrarás comprensión en la mirada de tu interlocutor, sino odio acumulado por once meses y medio en remojo.
2. Si, por el contrario, no haces más que quejarte del tiempo, tampoco hallarás empatía. El orbayu asturiano es como los hermanos: si es sangre de tu sangre, hay libertad para meterse con él, si no, te aguantas. A ver si te crees que el “verde lujurioso” de nuestras montañas es gratuito.
3. En Asturias, como en todo el norte y, en general, los sitios donde el tiempo es gris, se come mucho. Dicho esto, plantéate cuando veas en la carta el Menú Autóctono el hecho de que la fabada era un plato que se comía antes de ir a trabajar la tierra, y después calcula si el día tiene suficientes horas para quemar ese potaje, los escalopines al cabrales y el arroz con leche que te oferta el restaurante en cuestión. Si no te salen las cuentas, cíñete a un plato. Tus compañeros de viaje te lo agradecerán.
4. Llamar a las fabas “alubias” es motivo de expulsión urgente de la comunidad autónoma.
5. Un cachopo tampoco es un San Jacobo, sino una gloria culinaria que parece la pesadilla de los veganos pero que, en el fondo, es la mayor delicia cárnica del universo, con ternera rellena de jamón y queso y bien rebozada. La mayoría de los asturianos piden el cachopo para compartir aunque te hagan creer que son raciones individuales. Así que no vayas tú, de subpajariano y gallu, y pretendas comerte uno sólo.
6. Un gallu asturiano ye uno que va de grandón y no llega a chachi, que se decía antes. Un presumido. Un fanfarrón. Un gallu, vamos.
7. Hablando de gallos, ¿habéis oído hablar de las sendas y las rutas? Tenemos muchas: la senda del Oso, la ruta de las Xanas, el Cares… Están señalizadas por varios motivos. Uno de ellos, que todos los veranos hay que rescatar a varios subpajarianos que creen que el camino es meramente orientativo y acaban perdidos por el monte. Si no lo digo por nosotros, sino por vuestro bien, que los helicópteros se cotizan caros hoy en día.
8. Sí, sabemos que nuestro himno es la canción de los borrachos y no nos importa, porque sobrios o ebrios lo entonamos con el corazón. Para chulos nosotros, que ahí estaban las peticiones multitudinarias (y algo adolescentes, lo confesamos) de hace unos años que pretendían cambiar ese himno ya universal por una canción de Melendi, la que dice “tenemos los cojones de un tamaño que va acorde con el de nuestro corazón”. Melendi pasando por encima del poema de Pedro Garfias que musicalizó Víctor Manuel en su “Asturias, si yo pudiera…” con voz entrecortada. Sí, Melendi, el que hizo volver al avión transoceánico tras montarse una juerga en primera clase. Sí, Melendi, el que ahora le ha dado nombre a otra aeronave. El mismo.
9. Hablando de Melendi, últimamente tenemos una cantidad de cromos de asturianos ilustres que no nos caben en la cartera. Menciónalos y gánate un culín de sidra. Ahí está Fernando Alonso, que hizo que nos bañásemos de felicidad en la fuente de Oviedo cuando ganó el primer campeonato de Fórmula 1, a pesar de que la mayoría de los asturianos no hubiésemos visto carreras de coches en nuestras vidas. También están los futbolistas: VillaVillaMaravilla, Cazorlita, Mata, Adri y Michu. Todos asturianos. Y la reina, claro. Atrás quedan los tiempos en los que sólo se nos conocía por ser la mitad de Amistades Peligrosas gracias a Cristina del Valle.
10. En Asturias hay un millón de habitantes. No, no conozco a Fernando Alonso.
11. De hecho hemos visto más veces a Woody Allen atravesado por Asturias que al piloto.
12. Y una vez nos despertamos con Brad Pitt paseando por Avilés. Asturias mola.
13. La otra mitad del dúo que amenazaba con meternos mano era gallega, Alberto Comesaña. Como reza el dicho, “gallegos y asturianos, primos hermanos”. Los norteños lo sabemos, los de las compañías de transporte no lo deben tener tan claro a juzgar por los años de vida que se pierden intentando ir de Oviedo a Santiago de Compostela. Si el tiempo es una conversación tremendamente socorrida por esos lares, las comunicaciones componen la otra. Moraleja: coche.
14. No, nuestro acento no es gallego. No, no intentes imitarlo, nunca sale.
15. No hay pueblo más nacionalista en España que el asturiano, aunque se crea otra cosa. Pon la tele, un evento deportivo cualquiera. ¿Ves una bandera azul con una cruz amarilla en el medio? ¿A que sí? Cualquier manifestación, habitación de estudiante Erasmus o celebración que se precie tiene que contener esa estampa. Ya sabéis el otro dicho: “Asturias es España, y lo demás tierra conquistada”.
16. Por lo visto la conquistó el rey Pelayo a pedradas. O no, la verdad es que nos da igual. La leyenda urbana nos encanta y que no venga nadie a tirarla por tierra. Tenemos fama (injusta) de brutos, pero fue el italiano el que le rompió la nariz a Luis Enrique y no al revés.
17. Las fiestas de prao son la celebración asturiana del verano por excelencia. Como su propio nombre indica, tienen lugar en un prao (mucho césped junto) al que la gente va con comida de toda la vida (carne empanada, tortilla, bocadillos…), sidra y no, nada de fabada. Qué manía.
18. Hablando de la sidra, varios apuntes.
- Beberte una botella de sidra y seguir en pie no te hace un superhombre, sino normal. La sidra se bebe básicamente por botellas.
- Con la sidra se come. Conviene no tomarla sola porque después de un rato se sube a la cabeza y, otra pieza de información importante, la sidra da la peor resaca de la historia del Principado.
- La sidra se mea. Si no sale de tu organismo en un tiempo razonable, échate a temblar.
- La sidra no se mezcla. Ver el punto de la resaca y sumarlo a todos los licores que vas a tomar tras acabar el zumo de manzana con alcohol. ¿A que ya no estamos en edad?
- La sidra se escancia, no se tira. Es decir, si no eres capaz de romperla como Dios manda (y no sólo los subpajarianos son culpables de esto), es mejor usar tapones de ayuda o, en su defecto, a Isidrín. Que no te dé vergüenza, que no pasa nada.
- La sidra se sirve en culines, no copas ni pintas. El propósito es que te lo bebas todo nada más esté en el vaso. Si pretendes tomarla a sorbitos, pide vino.
- Que no te engañen, como pasa en la capital (de la tierra conquistada). Una botella de sidra de tres euros es cara.
- Y NO, la sidra no es sidriña. Nunca.
19. Tenemos las playas más bonitas del mundo, tal cual. Que no podamos disfrutarlas mucho es otro asunto. Por eso, cuando hace sol corremos al litoral a embadurnarnos de arena y bañarnos en el agua. El Cantábrico no está frío. El mar en Escocia está frío. Las Rías Altas gallegas están frías. El Cantábrico es sopa mediterránea al lado de ambos.
20. El asturiano en el agua te pedirá que “no le chisques” y te sugerirá que, para quedar de noche a tomar algo, te pases por su casa “y le piques”. No te está proponiendo planes sexuales norteños. Te amenaza con que no le salpiques y te sugiere que, cuando estés listo, llames al timbre de su hogar. Te gustaba más la opción enigmática, ¿a que sí?
21. Y seamos católicos, judíos, ateos o musulmanes, la Santina está por encima de todo y cuida de nosotros en la carretera. Meterse con Covadonga también tiene peligro de expulsión del Reino.