calypsto:
Un día la conocí. Una mujer tan excepcional, sensible al mundo, vibrante, sincronizada al universo, a la vida, relampagueante, autónoma, fuerte, decidida, brillante, rebosante de luz, aferrada, hija de musas, arte. La creí ciega porque sus ojos son perlas; muda porque de su boca brota poesía incomprensible para un idiota como yo; calva porque mechones lacios de ideas cuelgan hasta sus hombros; de apariencia inamovible con ese par de robles por piernas; sorda, manca, muerta. Su ombligo es el espiral de una explosión cósmica, con galaxias, estrellas, mundos. Una inexplicable gravedad te arrastra hacia ella, inevitable. Se condensa la vida, se comprime y estalla, palpita.