Puedo comenzar diciendo que me arrepiento de haber mirado directamente hacia su mesa. Es un ser egocéntrico, absurdo, creído... Pero solo una mirada basta para que en mi estómago estén revoloteando un millar de mariposas.
Y eso lo odio.
Vuelvo a bajar la mirada hacia mis libros de psicología, a recorrer con el lápiz una y otra vez el mismo párrafo sin estar pendiente de
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