Puedo comenzar diciendo que me arrepiento de haber mirado directamente hacia su mesa. Es un ser egocéntrico, absurdo, creído... Pero solo una mirada basta para que en mi estómago estén revoloteando un millar de mariposas.
Y eso lo odio.
Vuelvo a bajar la mirada hacia mis libros de psicología, a recorrer con el lápiz una y otra vez el mismo párrafo sin estar pendiente de lo que leo, ni siquiera me e parado a centrarme en la primera palabra de la oración. Ni su significado. Esto es absurdo, aquí no voy a encontrar la paz y la tranquilidad que iba buscando cuando llegué. Ha pasado algo más de una hora y sigue hablando en voz alta como si la gente que hubiera alrededor estudiando le importara una grandísima mierda. Decidido. Me marcho.
Me pongo a recoger mis cosas, cuando escucho una de las risitas tontas de una de las barbies que tiene a su alrededor pululando. Le está acariciando la entrepierna.... LA ENTREPIERNA...¿Aquí donde narices se encuentra la viejecilla con gafas de montura de los años ochenta que suele haber en cada rincón vigilando como en las películas y regañando a cada susurro que hacen los estudiantes? ¿cuando se necesita donde esta? ¿No va a aparecer....? Por lo visto no. Mierda.
Disfrutaría viendo la escena, aunque dudo que la muchacha se pusiera colorada, cuando delante de media universidad es capaz y no duda en meterle la mano al que tiene al lado.
Cuando lo tengo todo recogido y organizado en mi mochila, me dirijo hacia la estantería que se encuentra al lateral de la mesa de las barbies y el Ken, con la cabeza un poco inclinada mientras me pongo mis auriculares mi mirada intenta no tener contacto visual con la del tío de la mesa, pero me es imposible.
Su mirada gris penetrante choca con la mía sin problemas, siento su decepción, su desagrado, o es así siempre o tiene una cara de asco que no puede con ella, pero por los días que me e cruzado con el de cara, suele ser solo conmigo. Sólo cuando aparezco en su campo visual. A las demás les suelta su mirada de "ven que te voy a quitar las bragas", a mi sin embargo de "quítate de en medio, molestas".
Dejo los libros en la estantería y al girarme rápido choco con mi cadera en una de las mesas. Con prisa salgo de la biblioteca del campus sin mirar atrás, sabiendo que e echo un ridículo tremendo y que en las mesas de atrás se están tronchando de la risa. Tonta, tonta y tonta, no debería haber venido. Me voy sin haber estudiado, con la autoestima por los suelos y con un posible gran hematoma en la cadera.