Era una lluviosa tarde de jueves, hacia frio en las calles y todos corrían buscando refugio en cualquier lugar posible. Entre la multitud había dos seres destinados a encontrarse.
Ella se sentó en una mesa del "Café Aromas"; Sacó un libro de su bolso, cruzó las piernas y se dio un golpe al chocolate mientras se perdía en la lectura.
Él entro apresurado, tan rápido que no pudo evitar tropezar con el paraguas de la bella lectora. Automáticamente giro su cara para pedirle disculpas y entonces sucedió el milagro. El mundo se detuvo en el mismo momento en que la vio, el tiempo de la existencia y el universo entero desapareció en la mujer más hermosa del mundo. Él nunca había visto ojos tan perfectamente dibujados en el rostro de una mujer. Quedó paralizado con los labios, los carnosos y los suaves, las ganas de besarlos se apoderó de él, no podía controlarse. Cada luna en su rostro era como si las estrellas se hubiesen alineado para crear una mujer, hecha mujer. Su pelo era negro con reflejos rojos, la mezcla perfecta en belleza y sensualidad.
Cuando ella lo miró se dio cuenta instantáneamente de que había atrapado el joven para siempre. Notó como sus ojos había quedado prisionero de su belleza. Y eso fue hecho sentir su cuerpo subía de temperatura. Ella tenía el poder sobre el chico.
El joven sin poder pensarlo, se sentó frente a la mujer hermosa y le dijo:
- Aunque parezca una locura, hoy comenzó a creer en Dios, como nunca antes había visto nada más hermoso sobre la faz de la tierra, nada más sensual y que lo logre hacer que cometa una locura como la que quiero cometer.
- Que quieres hacer, ni siquiera te conozco.- Respondió ella sin dejar de mirarle a los ojos.
- No necesito saber nada de ti, no quiero saber tu nombre, solo déjame invitar a mi casa y compartir un vino contigo. Esperar a que la lluvia se seque de tu ropa y conozcámonos mejor.- Le dijo the young sin pensarlo the times.
Sabiendo que era algo casi de película, la chica aceptó su invitación, no tenía excusa para lo que sucedía en su interior.
Entraron en el ascensor, el joven pulso el número 5.
Ella se miró en el espejo para asegurarse de que se vea hermosa. Con sus dedos apartó su cabello del rostro, el chico estaba detrás de ella.
Sin ni siquiera avisarle, el joven puso sus manos en la cintura, la empujó contra el espejo y lo hizo sentir excitado que estaba, lo tenía duro y caliente, ella lo notaba incluso a través de la ropa. Él apartó el cabello de la chica, y le avisó le dio un beso en el cuello, comenzó a pasar su lengua caliente y húmeda por la parte trasera de su oreja.
Ella sintió la respiración caliente y la muerte del hombre, y aunque nunca antes le había pasado; se dejó llevar por el momento. Sentía como el pene del chico, se colaba entre sus nalgas, aunque tenía la ropa puesta; ella podía sentirlo. La envolvía la excitación y la lascivia, quería dejarse poseer y sentir el cuerpo desnudo de ese desconocido embistiendo entre sus piernas. Ella pegó su cara al espejo, se sentía como las manos del joven grababan su cintura, su cuerpo, sus pechos. Él tenía la cabeza abierta de sus deseos, agarraba sus manos y la apretada contra el espejo del ascensor. El cuerpo de la chica se erizaba cada vez que se levantaba la lengua, su cuello, los labios, la espalda y el hombro.
Sin ella esperarlo, se dio cuenta de que la mano del joven se había colado entre las piernas, se sentía como sus dedos buscaban su clítoris. Cada centímetro de su piel notaba el avance de los dedos del chico. Y entonces fue cuando sonó el timbre que indicaba que había llegado al 5º piso.
Entre besos y caricias se dirigió a la puerta de la habitación. El joven abrió la puerta sin quitar la boca del cuerpo de la chica. Entraron y el levanto entre sus brazos, la subió a su cintura, haciendo la falda de la chica dejase ver sus piernas perfectas.
La preciosa dama se aferró al cuello del joven con sus manos, mientras que abría los botones de su blusa para comenzar a chupar sus pechos. Sin poder darse cuenta ha llegado al dormitorio. El joven la tiró a la cama y se quitó la camisa. Luego, puede pedirle un permiso para leer sobre ella y hacer que se sienta a la vista, pasó su lengua por los pezones y con la punta de los dientes, la mordisquera, con suavidad y salvajismo.
Sin quitarle la ropa a la vuelta en la cama y subió la falda de la chica hasta la cintura. Agarró las manos de la chica por detrás y le pusieron unas esposas de policía que tenía en la mesilla de noche. Ella estaba boca abajo en la cama, su pelo estaba esparcido en la cama, se veía hermosa. Él en medio de la excitación comenzó a lamerse las nalgas, pasaba la lengua por cada parte del trasero de la dama, y de vez en cuando le daba una mordida en uno de sus glúteos. Ella era su esclava y eso lo excitaba. Agarró el pelo de la chica con una sola mano, mientras le metía los dedos en la vagina, estaba húmeda, excitada; preparada para que metiese su miembro erecto y la hiciese suya. Con su dedo medio acariciando su clítoris con suavidad y ansias, deja que la huella dactilar haga círculos alrededor del excitado clítoris.
El joven amante la volteo en la cama y amarra cada uno de sus manos en las rejas de metal que formaban su espaldar. Ahora ella era toda para él, era su esclava sexual; aunque intentaba mirarlo a los ojos su cuerpo no se lo permitía. Se estremecía completa, prisionera del deseo, esclava de ese desconocido que la estaba poseyendo.
De repente todo cambió, él la miró directamente a los ojos y con suavidad acercó su boca a su oreja.
- Ahora quiero hacerte mía, solo cierra tus ojos y olvida el universo y las ataduras de la mente. Quiero que mi cuerpo sea todo tu mundo. Le susurro el joven al oído.
La velocidad había cambiado, las manos del amante se deslizaban por cada centímetro de su piel, mientras que la otra parte de la ropa a la joven y excitada. Los besos iban bajando desde los carnosos labios de la chica, el deslizaba la lengua por el mentón, buscando el desnudo y latiente cuello. La besaba, la mordía y con su lengua cálida dibujaba círculos en su piel. Con una de sus manos se deshizo del sostén de la joven, con la otra mano acariciando con la punta de los dedos su entrepierna. Ahora su boca se centra en sus pechos, esos pechos redondos y calientes; Presos de los latidos del agitado corazón.
Ella sintió la punta de la nariz del joven, recorriendo sus senos. Notaba como él se embriagaba del olor de su piel. Sentía como la punta de una lengua caliente y mojada, hacía círculos en sus pezones. Eso la iba excitando a cada segundo. Aunque no controlaba su cuerpo, se podía notar como los dedos del joven se hundían en su interior, notaba el calor que producía la mano del chico jugueteando en su entrepierna.
Él cubrió los ojos de la joven con una venda, para que ella pudiese perderse en el éxtasis del placer. Sin dejar de masturbarse recorrió con su lengua el abdomen de la dama, pasando por su ombligo hasta llegar a su parte más húmeda. Entonces saco sus dedos y metió su lengua. Empezó a lamer toda su vagina, pasaba la lengua por sus labios, recorría en circunferencias la punta de su clítoris. Las piernas de la joven se cruzaron en pos hombros del muchacho, lo apretaba hacia la vulva como si pudiese meterlo en ella.
Entonces, la chica escucho como él se quitaba el cinturón que rodeaba su cintura, escucho el sonido del cierre del pantalón del chico. Y sin esperarlo sentirá el peso del cuerpo del joven sobre ella, noto como su pene rozaba su parte más íntima. Ella deseaba sentirlo, necesitaba sentirlo.
Entonces los gemidos de la chica se convirtieron en un grito cuando no como el miembro duro y la penetración de un golpe. Sintió como que el derecho se metía por la espalda y su nuca. Él levanto la cintura de la joven y la pone sobre sus muslos, mientras que con las embestidas desesperadas la penetraba con la fiereza. Ella lo escuchaba gemir con desespero, notaba el placer de su amante, la fuerza de cada respiración. Notaba sus testículos chocar contra su vagina por la fiereza con que la penetraba.
La gritaba de placer, la joven notaba como la de sus brazos de tensaban con cada embestida. Ella quería arañar su espalda, pero las ataduras de sus manos a la cama no se lo permitían. Entonces solo pudo atraparlo con sus piernas, entrelazando sus pies para conseguir la mayor profundidad en cada penetración. El joven atravesaba su vagina húmeda, y ella notaba cada milímetro de su miembro viril, recorría y llenaba cada zona de su interior, era grande, grueso y estaba duro como el acero. El abdomen de la chica comenzó a estremecerse, sus piernas estaban temblando; una eléctrica sensación recorría su vagina. Su cuerpo estaba descontrolado. Escuchaba los gemidos del joven, se sentía el éxtasis de lo que provocaba.
Él se acercó a ella y mientras la besaba la penetración con más fuerza.
Entonces todo se apagó.
El canto de los pájaros la despertó. Ella estaba desnuda y abrazada a una almohada, sobre unas sábanas de seda. Ya no estaba atada, no tenía los ojos vendados; el joven amante había desaparecido.
Entre toda la confusión en la que estaba vio una nota sobre la mesilla de noche con unas llaves encima. La nota decía:
"Nada de esto ha sido casualidad, estuve esperando por ti desde la primera vez que te vi sentado en el café desde mi ventana. Nunca quise saber tu nombre y nada más que no haber visto y esperar por ti, por el momento, el instante de hacerte mía.
No me busques nunca, no hay ninguna falta que sepa sepa nada más otro. Solo manténgalo vivo en su mente como un desconocido que lo haga desde el primer instante que te vio. No quiero que me pongas nombre, porque sé que en cuanto lo hagas me olvidas de ser un amante y me convierto en un recuerdo.
Todo lo que ves es tuyo, que todo fue construido para esa noche de pasión.
Para la única amante nacida, para este amante ".